Empecé mi colección sin darme mucha cuenta, hace ya 13 años. Muchas cosas han pasado en ese tiempo que sería muy largo enumerar, así como la cantidad de marcapáginas que conformarn mi colección. A la fecha más de 12.000 unidades.
Pero las cosas cambian, los intereses también. He decidido deshacerme de la colección. No es tarea fácil pues no es cosa de llegar y botar a la basura (aunque bien podría hacerlo), así que me he contactado con otros coleccionistas para pedirles que me digan cuáles son sus temáticas/intereses/etc y así iré preparando sobre para regalar por el mundo. (no sabría en cuánto venderla, nadie podría comprar la colección completa, etc). Será un proceso largo de este año.
Así que si alguno de ustedes quiere recibir marcapáginas para su colección....ya saben donde encontrarme
Abrazos desde Chile y ¡ hasta la próxima !
11 febrero 2017
29 enero 2017
Marcapáginas de Spukyart
La semana pasada conocí a Ignacio Alveal, ilustrador al que le compré unos marcapáginas. Luego le pedí una foto y que me escribiera algo sobre él y por qué los hacía.
Acá les comparto sus palabras
Mi nombre es Ignacio Alveal, soy animador digital e ilustrador.
Desde que tengo memoria que dibujo, creo personajes e historias y dedico mi tiempo libre a la ilustración. No existe algo mejor en esta vida que poder hacer lo que uno gusta y a la vez plasmar tu arte en algo material o darlo a conocer al mundo. A pesar de haber hecho chapitas, posters, ilustraciones y cosas por el estilo siempre había querido realizar marca páginas con mis ilustraciones, aparte de tener un diseño más elegantes tiene una funcionalidad más importante. Siempre he coleccionado marca páginas. Amo observar las distintas ilustraciones e imágenes que traen, algunos cuentan historias u otros solo cumplen su función principal. Pero jamás pensé que llegaría el día de poder ofrecer una línea con mi arte impreso en ellos. De igual modo estoy feliz por la manera en que han sido recibidos, hace unas semanas participé en una feria de ilustración donde mucha gente me apoyo a la hora de presentarlos. Espero a futuro poder tener una línea más amplia ya que solo me veo incursionando más adentro de este mundo de la ilustración y la auto publicación.
29 diciembre 2016
Coleccionismo: el objetivo de no tener fin...por Ximena Jordán
El artículo que acá reproduzco, fue originalmente publicado en la revista virtual Escaner Cultural,
N°197, diciembre 2016
http://revista.escaner.cl/node/8054
N°197, diciembre 2016
http://revista.escaner.cl/node/8054
Coleccionismo: el objetivo de no tener fin
El verdadero coleccionista ama sus piezas, goza con ellas y sueña con aumentar el volumen de su colección.
Se mueve por pasiones, no por intereses.
María Marco Such.
¿Quién no empezó alguna vez una colección? Para responder esta pregunta, es probable que nos remontemos al periodo de nuestra infancia y adolescencia. En estas épocas de la vida disponemos de suficiente tiempo libre, en el cual nos abocamos a la comprensión de nuestro entorno y a la búsqueda de nuestra identidad. Esto, nos motiva a iniciar actividades que nos faciliten estos procesos, entre ellas el coleccionar. Para comenzar una colección, suelen ser fuente de motivación las relaciones familiares, así como aquellas con nuestros pares; si nuestros padres, abuelos, tíos, primos o bien nuestros buenos amigos coleccionan algo, tendemos a sentirnos motivados a iniciar también nuestra propia colección.
Curiosamente, la pregunta a responder es por las colecciones que alguna vez “empezamos”…no por aquellas que terminamos. Una colección se reputa de tal porque nunca acaba realmente, constituyendo una acumulación incesante de objetos en torno a una misma línea temático-estética que los enlaza, determinada y elegida por el coleccionista y por ende, relacionada directamente con sus intereses y gustos. Una colección deja de alimentarse con el fallecimiento del coleccionista o bien cuando el coleccionista la dona o la vende en durante su vida. Curiosamente, aún en estos casos no se habla de que se “completó” una colección, y no creo que esto corresponda a un mero uso del lenguaje sino a que en la medida de que existan elementos que tengan las cualidades para formar parte de una colección, esta podría continuar enriqueciéndose, al menos hipotéticamente. No obstante, también es importante considerar que una colección está intrínsecamente ligada a su coleccionista, por esto los elementos que la componen y el destino que finalmente se le dé a la colección dependen principalmente, de las decisiones de quien le dio origen.
Colecciones de tazas antiguas y teteras, cuidadosamente expuestas. Foto: http://decoracion.in y http://karmucaycuquino.blogspot.mx
El coleccionismo es una actividad que realizamos en nuestro tiempo de ocio; aquel “tiempo de recreación que un individuo puede organizar y utilizar de acuerdo a su propia voluntad”. Esta recopilación progresiva de objetos es un acto más interesante de lo que aparenta; coleccionar no es un simple hobbie, sino uno que goza de complejidad sicológica e intelectual. Debido a sus peculiaridades, es un pasatiempo de aquellos que develan cualidades específicas de quien lo practica. Por medio de su colección, el coleccionista da a conocer - a los demás y primordialmentea sí mismo - aspectos relevantes de su persona tales como sus intereses individuales y sociales, sus obsesiones, sus carencias materiales y/o afectivas e incluso sus anhelos de perdurar en la memoria de las futuras generaciones. Esto último, se da mayoritariamente en los casos de coleccionistas que gozan de un alto poder adquisitivo que les permita reunir objetos que, debido a su valuación en dinero, no serán desperdiciados…o al menos no lo serán tan fácilmente.
Niños y adolescentes se benefician especialmente al cultivar una colección, pues al hacerlo acrecientan su imaginación y su capacidad de concentración; ambas habilidades fundamentales en el desarrollo de la inteligencia. Los coleccionistas que tienen entre 8 y 21 años, por lo general buscan - ya sea consciente o inconscientemente - descubrir y cultivar facetas de sí mismos a través de la recopilación, organización y contemplación de los objetos que coleccionan. Por otro lado, un coleccionista adulto nos da cuenta de una parte de su biografía mental y emocional a través de sus tesoros coleccionados, de la manera en cómo los preserva e incluso del modo en que los comparte con los demás (Pinillos, 2009).
Es común que las colecciones satisfacen necesidades sicológicas del coleccionista, aunque hay algunas que responden a afanes más bien sociales de quien colecciona, relacionadas a la obtención de cierto estatus. Sin perjuicio de lo anterior, la mayoría de las colecciones tienen un valor subjetivo para su coleccionista, que sobrepasa con creces el valor económico que puedan alcanzar los objetos coleccionados. A veces, el valor en dinero de lo coleccionado puede ser muy bajo, como es el caso de colecciones de elementos tales como etiquetas de productos adorados por el coleccionista, corchos de botellas de vino, imanes tipo souvenirs de diversos lugares del mundo, llaveros, etc. Estas colecciones gozan de un gran valor intangible, constituido por el contenido intelectual, emocional y biográfico que el coleccionista le asigna a cada uno de los objetos que componen la colección, así como a la narrativa conceptual que este construye en torno a los mismos.
Colección de piezas de locomotora. Foto: http://eiffellab.com
En ciertos casos, los elementos que componen una colección son re-posicionados por el coleccionista respecto a su función primaria. Así pasa, por ejemplo, con las colecciones de objetos cotidianos tales como piedras, servilletas y autos de juguete. Para conformar este tipo de colecciones, el coleccionista lleva a cabo un proceso creativo importante, una suerte de ready made paulatino, por medio del cual saca de su contexto objetos diseñados con una utilidad práctica y los transforma en depositarios de ideas, memorias y emociones que le son muy propias, y que por ende no comparte siempre del todo con sus pares.
Un tipo de colección que no se inicia desde una perspectiva tan “romántica” como la expuesta anteriormente, es aquella mediante la cual el coleccionista tiene la finalidad de llamar la atención en sociedad, o bien de sentirse perteneciente a un grupo socio-económico determinado. Constituirse en coleccionista de ciertos objetos que tienen un alto valor en el mercado, es una manera de dar cuenta de un poder económico fuerte, que genera excedentes en el ingreso; una holgura económica que se da a conocer a los demás al lucir un conjunto de bienes costosos tales como autos antiguos, obras de arte y antigüedades de fina manufactura. En estos casos minoritarios, la relación del coleccionista con sus objetos es un poco más confusa, debido a que los elementos de la colección a veces son adquiridos meramente por la inversión económica que conllevan y/o por el estatus social que está relacionado con su posesión; quedando el placer estético, la conexión emocional y la curiosidad intelectual como motivaciones alternativas, o a veces incluso inexistentes.
¿Puede una colección ser funcional en el sentido práctico? Aunque no parece haber un acuerdo en este punto en la literatura disponible al respecto, yo postulo que para que una colección sea realmente una colección y no una mera acumulación de objetos, la contemplación de los objetos que la componen debe trascender con creces a la funcionalidad que – eventualmente – ciertos bienes coleccionados puedan tener. Si cualquier reunión de objetos similares entre ellos constituyese una colección, ¡todos seríamos coleccionistas! de calcetines, tenedores, aretes…etc. Así, por ejemplo, una mujer con alto poder adquisitivo puede adquirir una cartera de piel de cada una de las marcas más costosas del mundo de la moda, para combinarlas con sus variados atuendos. Aunque llegue a poseer más de cincuenta carteras, esto no la vuelve coleccionista de carteras si el uso que esta mujer les da es primoridalmente funcional: ocuparlas por turnos para combinarlas con su ropa. A la inversa, si un coleccionista de autos antiguos, una vez por año, los conduce para un desfile, su colección no se transforma en una acumulación de autos, pues la contemplación de estos coches continúa siendo el motivo principal por el cual este coleccionista los posee, cuida y resguarda.
Colección de monedas danesas. Foto: http://coleccionesdemonedas.blogspot.mx
Cabe distinguir que, para efectos de este análisis, consideramos la contemplación en cuanto parte de la percepción estética, aquella que tan bien explica Octavio Paz en su ensayo “El Uso y la Contemplación”. Es este tipo de contemplación la que vuelve a los objetos coleccionados únicos para el coleccionista, contenedores de una historia que va desde la decisión de empezar a acumularlos, pasando por la búsqueda de cada uno de ellos, la emoción al hallarlos y el esfuerzo para conseguir los medios para adquirirlos, investigarles cada una de sus características…etc. Así, el coleccionista contempla sus objetos con la misma detención con la que observa una obra de arte y los preserva como sus tesoros, incluyendo incluso aquellos que estén físicamente deteriorados.
En la actualidad, la práctica del coleccionismo ha tendido a disminuir debido a ciertas condiciones de la vida contemporánea, entre las cuales encontramos el acceso a la tecnología virtual, cuyo uso se extiende cada día, ofreciendo bienes tales como música, libros, películas y fotografías, en formato digital y disponibles “en línea”. Con esto, se hace innecesario acumularlos físicamente y disminuye la posibilidad de que formen parte de una colección. Otra razón para no coleccionar es que los espacios habitacionales son actualmente reducidos; esto genera la necesidad de elegir pasatiempos que ocupen el menor lugar físico posible. Asimismo, la corriente de vida anti-consumo promueve la menor adquisición y acumulación bienes posibles, lo que puede interpretarse como una tendencia contraria al coleccionismo. Finalmente, los cambios de residencia, de ciudad e incluso de país constituyen movimientos muy comunes en la vida actual; estas situaciones nos desmotivan a alimentar una colección porque no sabemos por cuánto tiempo podremos resguardarla y velar por ella. Un caso conocido de este último problema al coleccionar, es el del muralista mexicano Diego Rivera, quien coleccionó piezas de arte precolombino desde los 8 años y cuando se fue a estudiar a Europa a los 21 años de edad, deja su colección a cargo de su madre, quien años más tarde se ve forzada a venderla por motivos supuestamente económicos. Un ejemplo patente de que, en la mayoría de los casos, nadie se hace mejor cargo de su colección que el mismo coleccionista (1).
¿Es la situación económica una razón para no coleccionar? Afortunadamente, no lo es: una interesante colección puede componerse de objetos no costosos, tales como envoltorios de golosinas (o de cualquier producto del interés del coleccionista), marcadores de libros, piedras recogidas en diferentes lugares del mundo, muñecas artesanales, llaveros, imanes para el refrigerador, ¡etc.!. Si se siente motivado a iniciar una colección, simplemente eche a volar su imaginación y aterrízela en algo que le atraiga, que esté al alcance de su bolsillo y que ocupe poco espacio físico. En particular, Latinoamérica es un continente con abundancia de manos maestras, creadoras de bellezas en miniatura, contenedoras de historias y conocimientos dignos de coleccionar…
Mtra. Ximena Jordan
Curadora de Arte y Gestora Cultural
ximejordan@gmail.com
Nota al pie:
(1) La historia tiene un final feliz, pues a la vuelta de Diego Rivera de Europa, este reinicia su colección la cual hace crecer hasta más de 41,000 piezas que deja como legado expuestas y resguardadas en su obra magnánima, el Museo Anahuacalli (http://www.museoanahuacalli.org.mx)
Referencias:
- El coleccionista y su tesoro: la Colección. Isabel Pinillos Acosta, 2009. URL: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2487611.pdf Descargado en Oct., 2016.
- El coleccionismo. María Marco Such, 1999. URL: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/9884/6/Marco%20Such,%20Mar%C3%ADa_5.pdf Descargado en Oct., 2016
- El Uso y la Contemplación. Octavio Paz, 1973. URL: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4895343.pdf Descargado en Oct., 2016.
03 mayo 2016
Marcapáginas de Jim Sind
Estos son los últimos marcapáginas que han llegado a mi colección. Fueron regalo de mi madre hace un mes cuando fuimos a Vivart Lastarria y nos encontramos con Jim Sind, el creador de estas maravillas que me envíó los archivos digitales para poder compartirlos con ustedes, junto con esta explicación:
"Las ilustraciones no representan nada en concreto, ya que son ideas al azar, trabajadas para lograr un paisaje un tanto surrealista, mediante temáticas espaciales, geometría, y otros elementos. Los diseños originales poseen distintos formatos, que son hechos con rapidograph unicamnete e impresos luego en papel couché"
15 octubre 2015
Bombardeo de Milán 2015
Desde hace ya unos años, los amigos del Colectivo Casa Grande vienen realizando esta intervención que consiste en tirar desde el cielo, muuuuuchos marcapáginas en ciudades que fueron bombardeadas de verdad en guerras o conflictos pasados. Es así como en esta oportunidad "bombardearon" con marcapáginas que tienen poemas de poetas chilenos e italianos (en edición bilingue) la ciudad de Milán en septiembre pasado.
Como creo en el poder de las redes y en el dicho de "en pedir no hay engaño", les escribí para que me regalaran los marcadores que lanzaron en esta oportunidad. Y ¡¡¡ me dijeron que sí !!!!
Ayer me junté con Santiago, uno de los organizadores del evento, quién amablemente me regaló el set completo de marcapáginas para mi colección.
Las fotos de la nota muestran cómo fue el bombardeo y los marcapáginas que me obsequiaron
¡ GRACIAS !
17 septiembre 2015
La colección que falta.....por Pablo Ortúzar Madrid
Como son pocas las veces que aparecen artículos sobre coleccionismo en la prensa nacional, contacté al autor de esta nota aparecida hoy 17 de septiembre en Revista Qué Pasa y con autorización de él, es que paso a compartirla con ustedes
Las monedas y billetes son condensaciones prodigiosas de información
sobre los procesos sociales y políticos de cada época. Pero en Chile no
existen políticas públicas relevantes relativas a promover el
coleccionismo ni hay demasiada preocupación por parte del Estado
respecto a la adecuación de nuestros museos como un espacio para ese
aprendizaje.
Ilustración Patricio Otniel
La
ignorancia respecto a la historia nacional —y universal— es una característica
dramática del ciudadano chileno promedio. También lo es la poca confianza y la
baja participación en organizaciones sociales. Finalmente, nuestra educación
temprana, que no estimula el pensamiento ni logra traspasar las habilidades
cognitivas básicas, es otro asunto extensamente comentado. En las siguientes
líneas quiero proponer un par de ideas que relacionan museos, monedas y
colecciones que creo que pueden ir en la dirección correcta para enfrentar, en
parte, estos problemas.
Una de
las cosas que más disfruta el ser humano desde que aprende a usar el lenguaje
es la organización y reorganización del mundo que lo rodea mediante diferentes
categorías. Jugar con la realidad reordenándola, clasificándola y volviendo a
clasificarla. Y ese es el origen, en buena medida, del atractivo de las
colecciones. El coleccionista es alguien que inventa categorías de objetos e
intenta reunir todas las variaciones posibles de las cosas que hay en el mundo
que caben en esa categoría. A veces la fijación es muy general (como las
colecciones de los niños, que suelen consistir en reunir todas las variaciones
posibles de un tipo de cosa, como estampillas o calcomanías), otras veces es
más específica (por ejemplo, relojes de una determinada época fabricados en un
determinado lugar). El criterio general, por lo demás, puede tener que ver con
un interés histórico, estético, personal o cualquier otro. O puede mezclar
criterios. El hecho interesante es que las cosas del mundo nos sirven para
pensar. Y también para relacionarnos con otros: las colecciones rara vez o
nunca son un asunto estrictamente privado: los coleccionistas suelen disfrutar
el reunirse con personas que comparten su afición y hablar sobre ella e
intercambiar o vender y comprar objetos. Así, los clubes de coleccionistas
suelen proliferar en muchos países y son un espacio valioso de socialización y
de amistad.
Los
museos, las galerías, los cementerios tipo panteón y los zoológicos son, de
hecho, colecciones públicas cuya función es algunas veces sorprender al
visitante con lo exótico o lo bello de su muestra, mientras que en otros casos
buscan transmitir un cierto conocimiento o idea utilizando para ello objetos
ordenados de determinada manera. Los museos, en particular, buscan vincularnos
con el pasado a través de los restos materiales de ese pasado ordenados según
un relato. Ellos también pueden ser muy generales o bien temáticos y muy
específicos. Muchos museos, en todo caso, son colecciones de colecciones
reunidas bajo una gran temática general.
Una de
las razones más importantes por las que tenemos museos es porque observar los
restos del pasado nos permite pensar el presente y abrirnos al misterio de la
existencia. Nos obligan a pensar, nos trasladan y nos enseñan lecciones. Pero
esto no ocurre así no más: organizar un museo para que entregue una experiencia
instructiva a quienes lo visitan no es ni fácil ni barato. Tampoco lo es el
habilitarlo para ponerlo en el centro del proceso educativo, que es donde debe
estar. Un sistema de museos que sea parte integral del sistema educativo y que
esté adaptado para que los niños aprendan en él y los profesores sepan cómo
enseñar a partir de sus colecciones es algo muy difícil de conseguir, pero es,
también, algo que cualquier país que se respete debería tener como prioridad.
La historia circulante
Entre las
colecciones de los museos históricos, una de las más importantes es, sin duda,
la numismática. Las monedas, en efecto, son un eficiente hilo conductor para
cualquier colección histórica, además de generar un gran atractivo en los
niños. Pero también son mucho más. Las monedas y billetes son condensaciones
prodigiosas de información sobre los procesos sociales y políticos de cada
época, sobre la forma que el poder adquirió en dicho momento y sobre el imaginario
político de quienes acuñaron e imprimieron dicho dinero. Sobresellos,
inflaciones, dictaduras, revoluciones, guerras: todo ello queda plasmado de una
u otra forma en las monedas y billetes que son, además, un eficaz instrumento
de promoción de ciertos héroes, de ciertas consignas y de una cierta visión del
Estado.
Los
grandes procesos del siglo XX han quedado plasmados en nuestro circulante.
Desde el abandono de las monedas de plata luego de la gran crisis de 1929 hasta
el diseño del reverso de nuestros modernos billetes de polímero.
Ejemplificar con el caso chileno no es difícil.
Cualquiera puede ver cómo los grandes procesos del siglo XX han quedado
plasmados en nuestro circulante. Desde el abandono de las monedas de plata
luego de la gran crisis de 1929 hasta el diseño del reverso de nuestros
modernos billetes de polímero orientado a promover lugares nacionales de
interés turístico, pasando por las monedas de 5 escudos de aluminio acuñadas
por el gobierno de Allende una vez que la inflación estaba desatada. Desde la
fuguración de José Manuel Balmaceda, Lautaro y Manuel Rodríguez en el gobierno
de la Unidad Popular, pasando por el “ángel de la libertad” en las monedas de
la dictadura, junto a Diego Portales e Ignacio Carrera Pinto, para terminar con
una señora mapuche genérica, el cardenal Silva Henríquez y Andrés Bello dando
vueltas por ahí en los gobiernos de la Concertación. Nuestra historia está ahí:
en los detalles de diseño, en la selección de los personajes que aparecen y
desaparecen del circulante, en el material de las monedas y en los resellos de
los billetes.
Las
monedas y los billetes sirven también, como ya dijimos, para conmemorar fechas
importantes, promover el conocimiento del país entre sus ciudadanos y, por
supuesto, motivar su colección. Esto hace que muchos países tengan políticas de
acuñación orientadas en esos sentidos. Un ejemplo es Estados Unidos, que lleva
varios años acuñando monedas de un cuarto de dólar relativas a cada uno de sus
estados, y ahora comenzaron una serie con sus parques nacionales. Otro ejemplo,
más cercano, es Perú, que está emitiendo una notable serie de “nuevos soles”
llamada “Riqueza y orgullo del Perú”, promoviendo los principales atractivos
del país. En todos los casos comentados, además, se han editado álbumes que
permiten ir reuniendo las monedas coleccionables.
Coleccionar
es algo bueno, los museos son un espacio valioso, y las monedas un instrumento
interesante para conocer nuestra historia. Podemos compartir entonces la
preocupación por la escasa importancia que esto tiene en Chile.
Si el lector me ha seguido hasta acá, ya tiene en
mente estas tres cosas: colecciones, museos y monedas. Coleccionar es algo
bueno, los museos son un espacio valioso y necesario, y las monedas un
instrumento interesante para conocer nuestra historia y promover el
coleccionismo, además de algunos motivos nacionales. Y si estamos de acuerdo en
esto, entonces también podemos compartir la preocupación por la escasa
importancia y promoción que estas tres cosas tienen en nuestro país.
En
efecto, en Chile no existen políticas públicas relevantes relativas a promover
el coleccionismo o facilitar la existencia de agrupaciones de coleccionistas, a
pesar del bien que ellas representan en una sociedad de la desconfianza.
Tampoco hay demasiada preocupación por parte del Estado respecto a la
adecuación de nuestros museos —incluyendo el museo del Banco Central— como un
espacio clave de aprendizaje y de encuentro para la ciudadanía, especialmente
para los niños, tal como lo son en otros países. Y, finalmente, simplemente no
existe nada parecido a las series numismáticas que incentivan la colección y
promuevan motivos nacionales en la agenda de nuestra Casa de Moneda. No tuvimos
ni siquiera una edición especial por el Bicentenario. De hecho, la última
moneda en romper nuestra monotonía numismática —además de aquellas que
vergonzosamente reemplazaron el nombre de nuestro país por “Chiie” — fue una
gran moneda de oro llamada “Chilean condor” con un precio por sobre el millón
de pesos.
Es cierto
que en medio de las “reformas estructurales” que tienen a todo el mundo
agarrado de las mechas, este tipo de asuntos parecen muy modestos. Sin embargo,
no son por ello poco importantes. Los cambios realmente profundos suelen ser
mucho más el resultado de la suma de muchas pequeñas transformaciones en la
dirección correcta antes que el producto de alguna megaplanificación.
19 agosto 2015
Marcapáginas de "Diseño de Papel"
Estos marcapáginas los adquirí el domingo pasado en Festilus y son de las chicas de Diseño de Papel (quienes escriben la reseña que está debajo de las fotos)
Sobre las gráficas, estas las trabajamos a juego con los diseños de libretas que realizamos, ya que nos gusta la idea de ir armando colecciones. Respecto a la materialidad estos son de papel, al igual que la mayoría de nuestros productos.
17 noviembre 2014
Los sueños de GN-I / Marcapáginas
Mi nombre es José Canales, me dedico a la
ilustración desde el año 2008, pero dibujo desde que tengo memoria. A
principios de éste año conocí al
escritor Michel Deb, quien terminaba de escribir su tercer libro, entre
nuestras charlas surgió la idea de ilustrar un par de cuentos con la finalidad
de promocionar la publicación de su trabajo: "Los Sueños de GN-I".
Con el paso de los meses Michel pasó a formar parte de Austrobórea Editores,
donde revisaron el material y vieron que mi trabajo era un aporte a las
historias incluidas en el libro, con esto me solicitaron un total de 10 ilustraciones además de la imagen
para la portada.
El libro fue lanzado el día 2 de noviembre en
el marco de la FILSA 2014, para éste evento decidí confeccionar unos
marcapáginas para regalar a los amigos que nos acompañaron, como un símbolo de
lo importante que fue ese lanzamiento para nosotros y por que personalmente siempre me han gustado
éste tipo de detalles, que a veces son pequeños, pero que marcan la diferencia.
Diseñé 6 modelos distintos con algunas de las ilustraciones que se incluyeron
en el libro por un lado y con la imagen de la portada en el reverso, los imprimí
a todo color en papel couche 270 grs.
03 julio 2014
Marcapáginas en Biblioteca Escuela de Comercio
16 diciembre 2013
Marcapáginas en Transbank
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